Jueves Santo a las 00:00 h
El acto de romper la hora es algo indescriptible, yo os tengo que confesar que durante todo el jueves, estoy nerviosilla, con un gusanillo en el estómago. Todo el día esperando y deseando que lleguen las doce de la noche. La sensación que se siente en el momento de romper la hora y durante toda la noche es especial, diferente, emocionante, ... la verdad es que es algo que nunca me podría perder. Es el acto que más me entusiasma de toda la Semana Santa. Es algo que está por encima de cualquier otra cuestión, no tiene nada que ver con la religión, con la música, con la tradición, es algo interno, es una sensación única y personal, que cada uno la vive a su manera, y eso, creo que es uno de sus muchos encantos. Figaros si será así que es el momento del año donde más gente hay en Andorra, donde todos aquellos que han vivido alguna vez en Andorra vuelven, la rompida de hora, no se la pierde casi nadie.
El acto en sí consiste en que, multitud de tamborileros y bomberos, nos reunimos en la plaza del Regallo (centro de Andorra), con la indumentaria adecuada (túnica y tercerol negro y cinturón rojo) y por supuesto con el instrumento colgado, tambor o bombo; y mirando fijamente al reloj y al balcón de la plaza. Al dar la señal, el estruendo empieza a sonar en la plaza y en los aledaños de la misma, ya que todos comenzamos a golpear nuestro instrumento con el toque de la rompida con muchas ganas, ilusión y fuerza y sobre todo con una gran sonrisa en las caras de todos los tamborileros y los visitantes que nos escuchan y bailan al ritmo. En la plaza está el bombo grande (es el bombo más grande del mundo, está en el guines), y muchos de los tamborileros y practicamente todos los visitantes se acercan como pueden a él para poder golpearlo. Sobre la media hora se va dispersando la gente por cuadrillas por todo el pueblo y los toques van cambiando (la raspa, los caballitos, la patatera, las imágenes, ...) hasta las 2 de la madrugada donde nos colocamos en filas y subimos a San Macario a buscar al Cristo de los Tambores. Otro momento especial e indescriptible, es una auténtica gozada observar como en la oscuridad de la noche suben miles de tamborileros escoltados por antorchas hasta el monte de San Macario a ritmo de tambor y bombo. Una vez que se baja de San Macario, la noche continua, por cuadrillas se tocan diferentes ritmos, algunos conocidos y otros que se inventan esa misma noche, durante toda la noche y la mañana del día siguiente.
Os confieso que es un acontecimiento que merece la pena, que no os podeis perder, pero eso sí, hay que venir preparado: con tambor o bombo y con túnica y disfrutar al máximo de esta tradición tan peculiar, participativa y espectacular.
Ya estamos esperando al próximo año!!
1 comentarios:
:-D Sí, que uno se lo pasa la mar de bien. Bueno, yo sé de dos que este año se lo han pasado estupendamente en estupenda compañía.
Nos vemos en dos semanas.
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