domingo, 3 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la Huelga General

Comenzaré diciendo que la huelga fue un éxito sin paliativos que se deben apuntar los sindicatos convocantes. Además se cumplieron tres hechos desmontables y nuevos en democracia: escasos incidentes, cumplimiento de los servicios mínimos allí donde fueron pactados y una posición de respeto a los convocantes, a sus reivindicaciones y al papel que el movimiento sindical desempeña en nuestra sociedad por parte del Gobierno de Zapatero.
Me resulta perfectamente comprensible la posición sindical. No sólo por razones personales, si no por que en una situación en la que se produce la mayor crisis de los últimos ochenta años, provocada por la avaricia del capitalismo, por los excesos del sector financiero internacional, por el neoliberalismo más radical, con resultados nefastos en todo el mundo, pero especialmente sobre el empleo en nuestro país; que es capaz de crear muchos puestos de trabajo en períodos de crecimiento, pero no para conservarlos durante las crisis; con cuatro millones de parados sobre la mesa, con la derecha política-mediática provocando a los sindicatos contra el Gobierno y con la Patronal conjurada para hacer fracasar el diálogo social, la huelga general estaba cantada.
La convocatoria además, coincidió con una movilización europea dirigida a dar una salida a la crisis más preocupada por el bienestar de los ciudadanos que por los mercados, soluciones que en gran parte no están en las manos de un único Estado, si no de un consenso internacional que no parece imposible, pero si difícil y seguramente insuficiente en la concreción de las medidas a aplicar como la Tasa Tobin.
En los ataques sindicales contra la política del Gobierno están implícitas las circunstancias que los forzaron a tomarlas. No se trata de un giro ideológico del Presidente, si no de la necesidad imperiosa de romper las desconfianzas de los mercados para evitar que el coste de la deuda se coma la capacidad de nuestra economía para mantener y desenvolver en el futuro las políticas sociales y los presupuestos públicos.
En estas circunstancias el éxito de la huelga fortalece las posiciones sindicales y obliga al Gobierno a construir un nuevo marco de diálogo y pacto con los sindicatos, con o sin la Patronal, quien es la que queda más descolgada de este nuevo escenario. Pero los contenidos de estos pactos tienen un límite que marca precisamente esa necesaria confianza de los mercados en nuestra economía, por lo que las reivindicaciones tendrán que ser medidas y ajustadas a los contenidos y plazos posibles, para no romper los equilibrios que no están permitiendo recuperar posiciones y reconocimiento como economía fiable.
A mi entender hay tiempo suficiente para el diálogo y el acuerdo, quedan reformas importantes por hacer, y pueden hacerse de otra manera si son consensuadas con los sindicatos, quedan hasta dieciocho normas de desarrollo de la reforma laboral, e incluso esta misma norma se puede reformar a medio plazo si los resultados así lo aconsejan.
Un Gobierno Socialista tiene que escuchar a los ciudadanos, especialmente a su base social, por eso personalmente soy partidaria de un gesto claro en la dirección de recuperar el diálogo social y de reequilibrar la presión de los costes de salida de las crisis de cara a los sectores de la sociedad que, de momento, no están contribuyendo en la medida que sí lo está haciendo los trabajadores, los funcionarios o los pensionistas. En esta dirección apuntan las reformas fiscales que recogen los Presupuestos Generales del Estado para el 2011 que gravan las rentas más altas. Pero quedan otros ámbitos con margen de actuación como el fraude fiscal, las Políticas Activas de Empleo, el desarrollo del llamado Sistema Austríaco, la relación entra la Formación Profesional Reglada y la que depende de los empresarios y sindicatos, la intermediación laboral, el fortalecimiento de la Negociación Colectiva e incluso la financiación de la Iglesia Católica.
Finalmente, el movimiento sindical y el Partido Socialista siempre caminamos en la misma dirección de cara a los mismos objetivos, para construir una sociedad más justa y solidaria, con sistemas de protección social fuertes que faciliten una efectiva igualdad de oportunidades. La mayoría de veces lo hacemos de la mano, y otras solamente caminando en paralelo, pero las metas y el camino son los mismos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Se puede decir más alto, pero no sé si más claro. Empate a cero. Lo que yo decía. Todo pactado.