Semana
Santa, una tradición muy arraigada en el Bajo Aragón turolense, especialmente
en los nueve municipios que componen la Ruta del Tambor y el Bombo: Albalate
del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra , Calanda, Hijar, La Puebla de Hijar,
Samper y Urrea de Gaén.
Es
impresionante, sorprendente, una experiencia que se debe vivir y sentir, es
indescriptible. Colgarte un tambor o un bombo y compartir sonidos y redobles
con otros tamborileros es algo que hay que vivir. Es tan impactante, que fue la
inspiración para el gran Buñuel en muchas de sus películas.
Durante
los meses previos, en cualquiera de estos pueblos, ya se siente, se hace
presente el sonar del tambor, se vive el ambiente tamborilero entre las
distintas cuadrillas, los preparativos en las casas para recibir a visitantes,
a los que vuelven al pueblo durante estos días,… ya que haga frío, llueva o
nieve, se sale a ensayar y a disfrutar componiendo distintos redobles y toques
para los días de la semana santa.
Y
cabe destacar, que cada año el nivel es mayor en todas las cuadrillas, y sobre
todo; sorprende la cantera que viene, y
que viene pegando fuerte, gracias al trabajo de las escuelas de tambores. Los
más pequeños, son los que hacen que nos emocionemos con sus redobles a la vez
que nos dan esa tranquilidad de que, la tradición, permanecerá durante muchos
años… Eso lo disfrutamos ya en los días
de convivencia de tamborileros entre los pueblos, en las exhibiciones o exaltaciones,
y sobre todo, viendo los desfiles de tamborileros de todas las edades por los
pueblos de la Ruta durante los días de la Semana Santa.
Y
es que la Semana Santa en el Bajo Aragón se vive de manera especial, es una
mezcla de tradición, diversión y sobre todo, de convivencia y participación. El
momento más espectacular es el de romper la hora, donde miles de personas redoblan
con fuerza, alegría e ilusión durante horas y horas. Es un acontecimiento excitante, por encima de
cualquier religión, devoción o
tradición; es algo interno que cada cual siente y vive a su manera, y eso es, precisamente,
lo que le hace especial. Tal es así, que
es el momento del año que más gente hay en nuestros pueblos y cuando, todos,
sólo pensamos en una cosa: disfrutar tocando el tambor o el bombo, o escuchar
el resonar de los tambores.
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