viernes, 28 de marzo de 2014

Recetas para una Educación Pública de Calidad


Una formación inicial y permanente del profesorado. La inicial encaminada al ejercicio de la docencia, por lo que debe aunar lo académico con lo psicopedagógico. La permanente, centrada en la práctica, que dé respuestas a sus demandas y necesidades, ligada a la promoción profesional y que se haga en el centro educativo.
En la escuela pública queremos a los mejores, por tanto, son necesarias unas condiciones profesionales y salariales acordes, una carrera profesional estimulante, atractiva y bien incentivada, y todo esto recogido en un marco regulador común: el Estatuto de la Función Pública Docente que recoja el ingreso, la configuración de los cuerpos de funcionarios, la estructura del sistema retributivo, los sistemas de promoción y carrera profesional, la movilidad o la jubilación…
Se necesita un modelo de centro educativo participativo, que garantice una educación de calidad, igualdad y equidad para todo el alumnado. Por tanto centro con autonomía organizativa, pedagógica y de gestión económica que puedan desarrollar proyectos educativos concretos (no la autonomía curricular de la LOMCE que lleva a especialización y selección del alumnado).
Contar con directores elegidos por sus compañeros y en base a un proyecto (no directores a dedo que seleccionen al profesorado LOMCE) Y que los Consejos Escolares sigan siendo ejes vertebradores de la comunidad educativa.
La atención individualizada, la atención a la diversidad y la igualdad de oportunidades deben ser premisas fundamentales. Recuperar lo recortado por el PP como, la reducción de ratios, la potenciación de programas y acciones de refuerzo para mejorar el rendimiento escolar del alumnado, la disminución de las horas de atención directa del profesorado con los alumnos, el incremento de plantillas y de personal de apoyo especializado o la implantación de medidas de atención a la diversidad desde Infantil para prevenir dificultades…
Es fundamental una inversión pública suficiente y equitativa, unos recursos humanos y materiales suficientes, un sistema justo y equilibrado de becas y ayudas, evitar la segregación temprana del alumnado, y recuperar  desdobles, programas de orientación, de diversificación curricular, y planes de actuación para el alumnado con necesidades específicas.
Estamos en la generación bilingüe, por tanto es indispensable reforzar el aprendizaje de lenguas extranjeras, prestando especial atención desde edades muy tempranas y además favorecer la posibilidad de aprender más de una a lo largo de la escolaridad.

Finalmente, la evaluación debe ser: formativa, diagnóstica, orientadora y continua a lo largo del proceso, para detectar progresos y dificultades. Las evaluaciones externas han de ser de diagnóstico y con la participación y colaboración de centros y profesorado. Y las pruebas deben estar conectadas con el currículo y no servir para establecer clasificaciones.

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