Agosto… nos viene a
la mente vacaciones, mucho calor, días largos... cualquier cosa menos sentarse
frente al televisor para escuchar las declaraciones del presidente de Gobierno,
contando milongas o a través de un plasma. Eso sí, siempre tenemos la esperanza
de poder ver si alguien ofrece una propuesta que consiga hacernos pensar que de
verdad va a cambiar algo; porque nos gustaría oir cualquier cosa que borre la
corrupción, la falta de transparencia, la desafección, la rabia que siente la
gente hacia los políticos (hacia cualquiera), la apatía ante lo que sucede…
Al mismo tiempo,
esa reflexión del verano nos lleva a preguntarnos; pero… ¿Y por qué esto no
explota? Porque, ya no se qué más puede pasar.
Sólo oímos
constantemente la consigna de “sois
todos iguales” o “da igual, son todos lo mismo. Esto no lo cambia nadie.
Se cubren unos a otros”. Con esta consigna, lo único que hacemos es entrar en un
círculo vicioso, donde algunos no se dan por aludidos, otros tiran piedras
contra todo, es decir, donde hay que criticar todo lo que se pueda, bajo el
grito de “sois todos iguales”.
Esta actitud nos hace
que estemos en un punto donde parece que nada importa si tienes las manos
limpias y las ganas de contribuir para arreglar esta situación, pero al mismo
tiempo debe mantenerse ese círculo vicioso en el que ya nadie parece participar
de manera constructiva, en el que los corruptos miran hacia otro lado y los
espectadores critican hasta el punto de perderse.
Menos mal que está
de moda la “verdad absoluta”, que resulta muy eficaz en cualquier tipo de
discusión, porque sirve para paralizar cualquier tipo de respuesta o valoración
de los demás participantes en una discusión.
Además, hay una versión
muy vendida últimamente, la de la “verdad absoluta de la izquierda verdadera”.
Parece que está de moda, y además parece ser que sólo los que la practican,
pueden atribuirse discursos políticos con ideología de izquierdas, y sólo
ellos, eh? nadie más!
Se nos plantea
pues, un panorama interesante para el otoño… porque a quien queremos escuchar,
no dice nada; y mientras tanto, hay un barullo ensordecedor de verdades
absolutas y de todo tamaño y color que compiten por sonar más y más fuerte que
nos atontan.
Así que… agosto…
mucho relax, desconexión, chapuzón en playa, piscina o rio para coger con
fuerza el otoño y romper ese círculo vicioso que nos haga despertar y luchar
por nuestros derechos.
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