La
huelga general de educación del 24-O era una huelga política, ideológica y de
concepción social; ya que la LOMCE, el decreto de becas, la subida de las tasas
universitarias y la falta de una política educativa que defienda los intereses
de la escuela y la universidad pública, así lo demuestran.
La LOMCE responde a una ideología basada en
quebrar la igualdad de oportunidades y en valorar la educación en función
del mercado. Parte de una premisa neoliberal en donde aquellos
alumnos que más necesitan de la sociedad se ven desamparados, incluso
excluidos; y no sólo por el pago de tasas de matriculación en
las Universidades, o por el aumento de los servicios complementarios y el
pago del material escolar; sino porque los recortes generalizados están
afectando al alumnado que necesita ayuda en su proceso de aprendizaje y su
familia no puede económicamente.
Hoy,
los datos nos dicen que España y numerosas comunidades autónomas invierten muy
poco en educación y la respuesta que dan los conservadores del PP es que lo
importante es el rendimiento.
Ante esta respuesta, la gran marea verde que ayer llenaba las
calles de España, defiende la Escuela Pública como un modelo que cohesiona y
vertebra la sociedad a través de todo el territorio estatal. Una red que
contempla el mayor índice de diversidad y que por tanto es muy sensible a los
recortes educativos.
El descontento social de padres y madres, alumnos, profesores
y del conjunto de la comunidad educativa se canaliza a través de la marea
verde, un color que es un símbolo y que responde tanto a una confrontación con
el Ministerio de Wert, como a un color que defiende un modelo de escuela integradora,
inclusiva, laica y que busca permanente más calidad.
Una marea verde que coincide con las reivindicaciones en
contra de la LOMCE y en contra de los recortes, y que no apoya la
segregación por sexo, ni por conocimiento, ni por la educación en valores,
que no cree en las
reválidas (corregidas por externos y que van a servir para expulsar a
estudiantes), que no le parece bien que tecnología desaparezca y música sea
optativa, que desaprueba el tasazo y el desmantelamiento de la pública en favor
de la privada.
La comunidad educativa, defiende una estabilidad educativa, y
puede parecer contradictorio que ahora esté debatiendo una ley que ya piensa en
derogar; pero es que, Wert es incapaz de generar consensos, sólo se deja
aconsejar por la Conferencia Episcopal y por la FAES; está aislado socialmente,
como demuestra el seguimiento que tienen las movilizaciones en todo el Estado,
y también políticamente, ya que todos los partidos, excepto UPyD, han firmado un
documento comprometiéndose a retirar la LOMCE cuando el PP pierda su mayoría.
Juntos, los que creemos en la educación y defendemos la
pública, si podemos.
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