Por
si la crisis no había traído suficiente confusión y problemas, resulta que ahora lo más moderno es no ser ni de
izquierdas ni de derechas, la contradicción entre capital y trabajo ha sido
superada por la de élites y ciudadan@s, casta y pueblo o, los de arriba y los
de abajo.
Yo,
soy de izquierdas; por ideología,
pensamiento, compromiso, y porque entiendo la vida de forma distinta a otras
personas, las respeto, además tengo grandes amig@s de ideología distinta, hasta
de derechas. Todos saben cómo pienso, también saben que cuando un político dice
que “no es de izquierdas, ni de derechas” es que es poco fiable.
Me
siento identificada con aquellos trabajadores que dejaron de tirar adoquines a
las autoridades y comenzaron a lanzar papeletas a las urnas dando paso al
movimiento socialdemócrata que más ha hecho avanzar a la sociedad, me identifico
con ellos, cuando consiguieron el pacto entre capital y trabajo para hacer una
mejor redistribución de las rentas; cuando teorizaron sobre la igualdad de
oportunidades y consiguieron una enseñanza pública y gratuita para tod@s, cuando
mejoraron la vida de los ciudadan@s con
una salud pública, universal y gratuita, cuando la igualdad de sexos, la
libertad, el derecho a amar sin las barreras del sexo se impone por encima de
prejuicios y exclusiones, cuando el respeto y la discrepancia se superan con el diálogo y no
por la fuerza, cuando los más débiles tienen una malla social que les protege y
apoya, cuando la paz y la igualdad son sus prioridades.
No
entiendo el desprecio al diferente, el individualismo como forma de resolver
los problemas, la permanente búsqueda del beneficio ó ver la vida por el ojo
del rédito, el egoísmo, el libre mercado, los bajos impuestos, los valores
familiares más rancios o que tengan más derechos los fuertes y menos los más
débiles.
Mis
mayores siempre me han dicho, que en la indefinición, siempre ganan los diestros.
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