Hoy quiero compartir con vosotros una tradición muy arraigada de mi pueblo: Andorra, aunque es una tradición compartida por los nueve municipios que componen la Ruta del Tambor y el Bombo (Alcorisa, Albalate del Arzobispo, Urrea de Gaén, Hijar, La Puebla de Hijar, Samper de Calanda, Calanda, Alcañiz y Andorra). Es impresionante, espectacular, sorprenderte, … un sin fin de calificativos que no podéis creer si no lo veis y si no os colgáis un tambor o un bombo. Tan impactante que fue capaz de inspirar a Buñuel en muchas de sus películas. Los meses previos a Semana Santa, en todos estos pueblos ya se hace presente el sonido del tambor, ya que las cuadrillas, haga frío, llueva o nieve, salen al lugar de ensayo a disfrutar componiendo los toques tan espectaculares que muestran en las diferentes exhibiciones y sobre todo durante los días de Semana Santa. Tal es el ambiente que se respira, que al escucharlos todos sentimos un hormigueo en nuestros estómagos, e incluso muchos, al acostarnos nos cuesta conciliar el sueño al no poder desprendernos del estridente sonar de los tambores o al repasar los rataplan con el almohadón. Desde aquí, aprovecho para invitaros a que nos acompañéis estos días en alguno de los pueblos de la Ruta, en los que la Semana Santa se vive de manera especial, un mezcla de tradición, diversión y sobre todo de buen rollo, y eso sí, una sensación que solamente se puede sentir colgándote una túnica y un tambor y participando aporreando el instrumento con fuerza y al compás de los miles de tamborileros que desfilan por estos pueblos. Y de todos los momentos particulares y especiales, cabe destacar el momento de romper la hora, un momento indescriptible, que hay que vivir. ¿Os imagináis miles de personas con alegría e ilusión tocando tambores y bombos con ritmos agradables y movidos? ¿Suena bien eh? Pues eso es romper la hora, el Jueves Santo a las 12 de la noche…… excitante! Y es que el acto de romper la hora es algo que está por encima de cualquier otra cuestión, no tiene nada que ver con la religión, con la música, con la tradición, es algo interno, es una sensación única y personal, que cada uno la vive a su manera, y eso, creo que es uno de sus muchos encantos. Fijaros si será así que es el momento del año donde más gente viene a nuestros pueblos, donde todos aquellos que han vivido alguna vez aquí vuelven, la rompida de hora no se la pierde casi nadie. El acto en sí consiste en que, multitud de tamborileros y bomberos, nos reunimos con la túnica, tercerol y cinturón y por supuesto con el instrumento colgado, tambor o bombo; esperando el momento justo, la señal que indique el comienzo, es entonces cuando el estruendo se apodera de las calles del pueblo, ya que todos comenzamos a golpear nuestro instrumento con ganas, ilusión y fuerza y sobre todo con una gran sonrisa en las caras de todos los tamborileros y los visitantes que nos escuchan y bailan al ritmo. Os confieso que es un algo que merece la pena, que no os podéis perder, pero eso sí, hay que venir preparado: con tambor o bombo y con túnica y disfrutar al máximo de esta tradición tan peculiar, participativa y espectacular. Sólo hay un pequeño problema, si sí, y es que el que viene repite para el próximo año. ¿A qué esperas?
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